Comentario
Si la cesión de Saboya podía tener explicación por los sentimientos franceses de sus habitantes, no había razones que avalaran suficientemente la de Niza, que provocó un fuerte malestar entre los habitantes del reino de Piamonte y, especialmente, entre los sectores republicanos y de izquierdas. Entre los muy afectados estaba Garibaldi, nacido en Niza, que trató de oponerse en el plebiscito que siguió a la entrega del territorio. Sin embargo, un levantamiento popular, iniciado en Sicilia el día 3 de abril, llevó a Garibaldi a cambiar sus objetivos políticos. La petición de apoyo que le dirigieron algunos elementos mazzinianos (Francesco Crispi) hizo que acudiera con la llamada expedición de los mil camisas rojas (de hecho, 1.088 hombres y una mujer), que se había formado después de asaltar pertrechos y navíos en el puerto de Génova. El supuesto carácter espontáneo de la iniciativa debe ser matizado por el hecho de la tolerancia demostrada por el gobierno piamontés hacia la preparación de la expedición garibaldina, que zarpó el día 5 de mayo. Los Mil desembarcaron en Marsala el día 11 y el 14 Garibaldi asumió la dictadura de la isla, en nombre del rey Víctor Manuel; el día 27 entró en Palermo con el apoyo de sus habitantes. A esas alturas ya eran muchos los elementos burgueses que pensaban que se encontrarían más seguros bajo la autoridad del rey de Piamonte. Garibaldi, a la vez que llamaba a los sicilianos a alistarse, hizo promesas de reparto de tierras que crearon una notable alarma entre los sectores acomodados. Las noticias que llegaban de Sicilia, obligaron a cambios políticos en Nápoles. Francisco II prometió, el 20 de junio, una Constitución y un ministerio liberal, a la vez que pretendía la protección de Napoleón III frente a la amenaza de Garibaldi. El emperador francés, por su parte, intentó una mediación con un nuevo proyecto de confederación para Italia, pero tanto el Reino Unido como el propio Cavour se negaron a secundar el proyecto. Garibaldi, mientras tanto, aumentaba su presión. El 20 de agosto atravesaba el estrecho de Mesina y el 7 de septiembre se apoderaba de Nápoles, donde tenía la intención de proclamar una república del sur de Italia. Era un peligro de fragmentación política que Cavour no podía tolerar, por lo que pasó rápidamente a la acción. Tenía que neutralizar la acción de Garibaldi, a la vez que salvar el principio monárquico en el proceso de unificación. Para obtener la aquiescencia de Francia y las demás potencias extranjeras, ante una intervención que tendría que violar los territorios pontificios, presentó la situación como una disyuntiva entre unificación (Piamonte) y revolución (Garibaldi). La amenaza de Garibaldi sobre Roma hace que Cavour se presente incluso como un defensor del Papado. Napoleón, que fue requerido para dar su consentimiento a la intervención piamontesa, parece que prefirió darse por no enterado. "Fatte, ma fatte presto" ("Hacedlo, pero pronto"), pudo ser la contestación que dio a los enviados de Cavour. Y para evitar situaciones engorrosas, derivadas de esta situación, se embarcó para una larga gira por Córcega y Argelia. El 11 de septiembre las tropas piamontesas entraron en los territorios pontificios de Umbría y Las Marcas y, en su marcha sobre Nápoles, derrotaron a las tropas pontificias que le salieron al paso en Castelfidardo (18 de septiembre). La derrota de las tropas napolitanas, a manos de Garibaldi, en Volturno (1 de octubre) obligó a que el Parlamento piamontés aprobase precipitadamente la anexión de Nápoles y Sicilia al reino de Piamonte, lo que fue ratificado por los propios napolitanos en un plebiscito celebrado el día 21 de ese mismo mes. Garibaldi tuvo que abandonar definitivamente sus proyectos republicanos y, el día 26 de octubre, saludó a Víctor Manuel como rey de Italia, y le acompañó durante su entrada triunfal en Nápoles (7 de noviembre). El nuevo avance territorial supuso el abandono del proyecto noritaliano, que dirigió los primeros pasos de Cavour, para adentrarse en un plan de unificación peninsular, que habría de provocar graves problemas de integración entre el norte y el sur. Algunos sectores de la burguesía y de las clases propietarias del reino de Nápoles habían preferido la integración en Piamonte como manifestación de su distanciamiento con la dinastía borbónica, que se había negado reiteradamente a concederles ningún protagonismo social y político, pero también como garantía frente a la demanda de reformas sociales revolucionarias, procedente de un campesinado sediento de tierras. La anexión, sin embargo, tomaría pronto los tintes de una simple piamontización, y no tardarían en manifestarse nuevos conflictos. Desde comienzos de 1861 se generalizó en el sur una auténtica guerra social, con la proliferación del bandolerismo y la acción de tropas dispersas del antiguo reino borbónico. Se podía hablar de una verdadera guerra civil en los territorios recién incorporados.